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Los períodos de la II República

Cualquier intento de conocer la historia de la II República debe partir previamente de una periodización histórica, para que en todo momento sepamos situar cualquier acontecimiento.

La Dictadura de Miguel Primo de Rivera abarca de septiembre de 1923 a enero de 1930. A continuación llega el período, llamémosle de transición que transcurre desde la caída de Miguel Primo de Rivera, hasta el 14 de abril de 1931, que se produce la proclamación de la II República. Los hechos más relevantes de esta etapa son el gobierno de Berenguer, el Pacto de San Sebastián, las insurrecciones de Jaca y Cuatro Vientos y las elecciones del 12 de abril de 1931. Cuarenta y ocho horas después, la II República comenzaba, cuyas etapas son las siguientes:

              Abril  a diciembre de 1931, abarca el Gobierno Provisional (hasta octubre presidido por Niceto Alcalá Zamora, y luego por Azaña), la elección de Cortes Constituyentes, la elaboración de la Constitución y la elección de presidente de la República en la persona de Niceto Alcalá Zamora. En este período se rompe eel consenso de las primeras semanas, aparece una importante conflictividad entre Iglesia y Estado, y entre el Gobierno de la República y el sector más radical del movimiento obrero.

            Diciembre de 1931 a noviembre  de 1933 va el bienio reformador , caracterizado por el Gobierno de republicanos de izquierda y socialistas con una modificación poco importante en junio de 1933. En este período se promulgan dos leyes básicas, Reforma Agraria y Estatuto de Autonomía para Cataluña, logradas a pesar de la obstrucción de los grupos parlamentarios de derechas y gracias al estado emotivo que despierta el fracaso de la sublevación del 10 de agosto de 1932 de Sanjurjo.

            La brutal represión de Casa Viejas que daña enormemente al Gobierno ; la anticlerical Ley de Congregaciones Religiosas y las dificultades  agrícolas derivadas de las importaciones de trigo en 1932, son explotadas por los enemigos del sistema y hacen perder al gobierno Azaña el consenso obtenido en el segundo semestre de 1932. Las elecciones de noviembre de 1933, presididas por el gobierno de Martínez Barrio, son la bisagra entre entre el bienio reformista y el siguiente.

            El bienio negro, o restaurador abarca de diciembre de 1933 a diciembre de 1935. En este segundo bienio, los centros de decisión no están políticamente ni socialmente en las mismas manos. A un gobierno de intelectuales y pequeños birgueses en coalición con una representación obrera, sucede el presidido por Lerroux, con hegemonía política del partido radical y hegemonía social de la burguesía republicana. En el Parlamento, de mayoría radical-cedista, hay representantes de la oligarquía socio-económica. Es significativo que la Presidencia de las Cortes, ocupada en el primer bienio por Besteiro, la tenga ahora Santiago Alba, varias veces ministro de la Monarquía.

            El segundo bienio registra su punto de inflexión  en la revolución de octubre de 1934: un nuevo gobierno de Lerroux con tres ministros de la CEDA y la consiguiente huelga insurreccional  de Asturias. Vencida ésta, la oligarquía tradicional recobra al aparato del Estado. El bienio negro no terminó en tragedia, sino en la vergonzosa farse del estraperlo que liquidó al partido radical y la posibilidad de un gobierno mantenido por las mayorías salidas de las elcciones de noviembre de 1933.

            Hay una segunda bisagra, desde el 31 de diciembre de 1935 hasta el 16 de febrero de 1936 o hasta el día 19, en que Azaña forma su gobierno de republicanos de izquierda (Unión Republicana e Izquierda Republicana) apoyado parlamentariamente por todos los grupos que formaron el Frente Popular.

            El período febrero-julio de 1936, significa la reconquista de los órganos de poder político por el econjunto de clases de raigambre popular y un peligro serio para las viejas estructuras agrarias que la oligarquía había mantenido incólumes paralizando cualquier posibilidad de reforma agraria. El período acaba con el inicio de la Guerra Civil, como consecuencia de un golde estado frustrado.

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