MIGUEL
Con tres heridas tú, las tres de muerte,
por más que diste amor y diste vida y
diste el mejor barro del alfar: el de tu
nombre que se haría búcaro para el trigo
y la rosa, que se haría cántaro visitado
por las fuentes, Miguel del pueblo, hijo
del sol de Iberia: el llamado a vivir, el que
tenía que cantar y reír sobre las frondas y
las ondas más claras y las mieses a punto
para el pan.
Ay, Torquemadas de la más negra
estirpe de lo oscuro cayeron sobre ti,
sobre el pueblo ya sin viento, cayeron con
su grito de castración y odio, con la bilis
del miedo a cuanto es libre y nace de la
raíz más terrestre del cielo, del embrión
más celeste de la tierra como naciste tú,
poeta nuestro, que nos fue arrebatado
igual que el pan o que la dignidad o la
esperanza.
Pero aún estás y cantas, con un ruido
aterrador de alas que se desatan, gavilán
con cadenas quien fue alondra. Pero aún
estás y avivas el rescoldo de nuestro
ciego corazón sin pájaros.
¿Desde qué ramas altas nos arrojas tu
fruta ubérrima, mayoral desnudo? ¿Desde
qué ramas altas de qué árbol nos arrojas
tu fruta para siempre?
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